
Objetivo
Resaltar la importancia de las bienaventuranzas y como estas pueden hacernos realmente felices y lograr un cambio de mentalidad.
1. La felicidad.
Este termino puede ser malinterpretado ya que existen muchas variantes que lo pueden definir, enfocándonos en un concepto católico y que podamos aplicar, la felicidad son todas aquellas experiencias que nos hacen sentir placer, gozo, satisfacción, quietud, etc.
Hoy en día se cree que la felicidad consiste en ser abundante económicamente, tener grandes riquezas y bienes patrimoniales, lo cual no es malo, pero no se acerca ni un poco a lo que es ser feliz de corazón. (Mt. 5,12)
2. Las bienaventuranzas
Una bienaventuranza es una forma de hablar que proclama la felicidad o la dicha de una persona en determinada circunstancia o bajo ciertas condiciones.
Frase de San Pablo: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp 2, 5-8)
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Hay personas que se preocupan por tener cosas materiales y riquezas, mientras que otras personas que apenas y tienen para comer, solo se preocupan por agradar a Dios. Las cosas materiales se acaban, no deben de ser tu prioridad.
Felices los que buscan agradar a Dios a pesar de las adversidades y la escasez.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
- Los hombres se entristecen porque no comprenden o porque no aceptan. Pero el cristiano se abandona al
“Dios que se hizo hombre para que el hombre llegase a ser Dios”.
San Agustín
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
- La “mansedumbre” se aplica a los poseedores de diversas cualidades, que van desde la mansedumbre al aguante. En todo caso “los mansos” no son los blandos ni los amorfos. Evangélicamente, la mansedumbre implica una postura en la forma de ser. (Lc. 21;19)
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
- Felices son aquellos que desean realmente cumplir la voluntad de Dios, cumpliendo sus deberes y llegar a la santidad.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
- Son aquellos que se compadecen de los males del prójimo, y se preocupan por servirles de la manera más amable comprendiendo su debilidad.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
- Una persona que vive dispuesta a estar lejos del pecado purifica su corazón estando en gracias y de esta manera estar mas cerca del cielo.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
- La paz debe ser primero interior y después brindarla hacia los demás con humildad y amor. (Juan 14;27)
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
- Son aquellos que huyen y defienden lo que para Dios es bueno. (Mateo 24;9) Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos. (Mt 5; 3-12)
- Son aquellos que huyen y defienden lo que para Dios es bueno. (Mateo 24;9) Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
3. ¿Para qué aplicar las bienaventuranzas?
- Las bienaventuranzas, Dios nos las entrega como modelo a seguir ya que estas iluminan acciones y actitudes que un servidor debe de aprender a tomar y a duplicar con sus hermanos.
- Además, son una clara afirmación de que, quien de verdad se dispone a agradar a Dios y realmente seguir su voluntad, será recompensado en el cielo.
«¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti»
San Agustín, Confessiones, (10, 20, 29).
Aplica las bienaventuranzas en tu vida, pues estas son la clara respuesta que Dios dio al hombre para satisfacer el deseo de la felicidad.
María Modelo de las Bienaventuranzas.
- María en su vida “humana”. Hacer énfasis en como María, antes de encarnar al Hijo de Dios, era una persona normal como tú y como yo.
- Mansedumbre y dulzura.
- El sufrimiento de María.
- El hambre y sed de justicia. Tal cual como los pobres soportan hambre y sed, María también experimento sensaciones dolorosas, el hambre y la sed de justicias todo esto guardado en su corazón.
- (Lc. 2;19)
- La misericordia. María, siendo la discípula mas fiel de su hijo, tiene el corazón lleno de misericordia.
- Pureza. Dentro del corazón de María vivieron los mas puros y nobles sentimientos. Siendo su virginidad un claro ejemplo de su pureza, María demuestra la transparencia de su corazón.
- La paz de María. María siempre buscaba la oportunidad de crear la paz a donde ella fuese, tal y como se describe en (Lucas 1).
Homilía del Papa Francisco sobre las Bienaventuranzas. Jun 09 2014
Las Bienaventuranzas son el programa de vida del cristiano, afirmó el Papa Francisco en la Misa celebrada este lunes por la mañana en Santa Marta.
El Pontífice centró su homilía en las Bienaventuranzas, destacando, al día siguiente del histórico encuentro de paz en el Vaticano, que es necesario tener el coraje de la mansedumbre para derrotar al odio.
Las Bienaventuranzas son el “programa”, la “tarjeta de identidad del cristiano”. El Papa Francisco ofreció, en su homilía, una intensa meditación sobre las Bienaventuranzas, de las que habla el Evangelio de hoy.
“Si alguno de vosotros hace la pregunta: ‘¿Qué hay que hacer para convertirse en un buen cristiano?’”, aquí encontramos la respuesta de Jesús que nos indica cosas “tan contracorriente” respecto a lo que habitualmente “se hace en el mundo”, explicó.
El Papa fue desgranando ese programa: Bienaventurados los pobres en el espíritu: “Las riquezas no te aseguran nada -advirtió-. Es más, cuando el corazón es rico, está tan satisfecho de sí mismo, que no deja lugar para la Palabra de Dios”.
Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados: “Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo bello de la vida. Pero ignora, mira hacia otro lado, cuando aparecen problemas de enfermedad, de dolor en la familia”.
“El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las situaciones dolorosas, taparlas –constató-. Sólo la persona que ve las cosas como son, y llora en su corazón, es feliz y será consolada. El consuelo de Jesús, no el del mundo”.
“Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el principio es un mundo de guerras, un mundo donde se pelea en todas partes, donde en cualquier lugar se da el odio –continuó Francisco-. Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, sino paz y mansedumbre”.
Si yo soy “manso en la vida”, prosiguió, “pensarán que soy tonto”. Que piensen lo que quieran, dijo el Papa, “pero tú sé manso, porque con esa mansedumbre recibirás de herencia la Tierra”.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: bienaventurados “los que luchan por la justicia, para que haya justicia en el mundo”, proclamó.
“Es muy fácil entrar en las garras de la corrupción”, advirtió, en esa “política cotidiana del do ut des. Todo es un negocio”. Y “¡cuántas injusticias! ¡cuánta gente que sufre por estas injusticias!”. Jesús dice: “bienaventurados los que luchan contra estas injusticias”.
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos encontrarán misericordia. Los misericordiosos, explicó el Papa, “los que perdonan, los que entienden los errores de los demás”. Jesús, destacó, no dice “bienaventurados los que se vengan, los que recurren a la venganza”.
“Bienaventurados los que perdonan, los misericordiosos. ¡Porque nosotros somos un ejército de perdonados! –exclamó-. Todos nosotros hemos sido perdonados. Y por esto es bienaventurado el que va por el camino del perdón”.
Bienaventurados los puros de corazón, que tienen un corazón sencillo, puro, sin porquería, un corazón que sabe amar con esa pureza tan bella.
Bienaventurados los que trabajan por la paz. “Pero, lo común para nosotros es ser agentes de la guerra o trabajadores de malentendidos –lamentó-. Cuando escucho una cosa y voy a otro y la digo haciendo una segunda edición un poco más elaborada y la cuento… El mundo de la maledicencia. Esta gente que murmura, no hace la paz, son enemigos de la paz. No son bienaventurados”.
Bienaventurados los perseguidos por la justicia: Cuánta gente “es perseguida simplemente por haber peleado en pro de la justicia”, recordó.
Esto de las Bienaventuranzas, retomó el Papa, “es el programa de vida que nos propone Jesús”, “muy sencillo, pero muy difícil”.
Y, prosiguió: “Si nosotros queremos algo más, Jesús nos da también otras indicaciones”, el “protocolo sobre el que seremos juzgados”, en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo: “Estuve hambriento y me diste de comer, tenía sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste, estuve en la cárcel y viniste a verme”.
Con estas dos cosas, Bienaventuranzas y Mateo 25, “se puede vivir la vida cristiana a nivel de santidad”:
“Pocas palabras, sencillas palabras, pero prácticas para todos, porque el cristianismo es una religión práctica: no es para pensarla, es para practicarla, para hacerla”, explicó.
“Hoy, si tenéis un poco de tiempo en casa, tomad el Evangelio –invitó-, el Evangelio de Mateo, capítulo 5º, al principio encontramos estas Bienaventuranzas; en el capítulo 25 están las otras”.
“Os hará bien leerlo una vez, dos veces, tres veces. Pero leer esto, que es el programa de santidad –concluyó-. Que el Señor nos dé la gracia de entender su mensaje”.
Cuestionario:
- ¿Qué son las bienaventuranzas?
- ¿Qué es la felicidad?
- ¿Por qué debemos seguir las bienaventuranzas?
- ¿Cómo distingo la felicidad verdadera?
- ¿Por qué Dios se hizo hombre?